El olor a tierra mojada de una infancia perfecta, regada cada tarde para aplacar el calor del camino... Saltar jugando con los piés descalzos al compás de una voz que repetía: ¡Ponte las zapatillas! El sabor a cloro, a la merienda, a chocolate mezclado con sonrisas y frutas. El campo de girasoles a izquierda y derecha al anochecer salpicado por un juego. La piel morena, el pelo enredado... Cruzar el caminito juntas, apretadas la una a la otra y de la mano en la oscuridad por si algún gato salía a nuestro encuentro. Nuestra infancia, los recuerdos, los sueños y los planes siguen allí, en las tres muescas que Papá nos hizo en nuestro olivo.
Lo que Ocurre Una VeZ
...Yo, Mi, Me...
Nunca podrás saber si algo hiciste mal... no tienes otra vida para comprobarlo